La principal diferencia entre astilla de madera y pellets por un lado con hueso de aceituna y cáscara de almendra por otro es su comportamiento en el mercado.
Madera y pellets funcionan en el mercado como productos: si aumenta la demanda aumenta la producción a partir de un precio base, y ante demandas altas pueden bajar los costes de producción.
En cambio, hueso y cáscara funcionan como subproductos, por lo que la oferta no es proporcional a la demanda del sector térmico, sino que es función de la demanda del producto principal. De este modo la oferta es muy inelástica y los precios más variables, y las demandas altas pueden incrementar el precio del combustible. No obstante, estamos muy lejos de que la demanda provoque tensiones de precios en los subproductos.
Dado que los combustibles de biomasa, excepto los pellets, tienen humedad muy variable, y por tanto capacidad calorífica muy variable, es normal en muchos países de Europa que los contratos de suministro se realicen en función de la energía obtenida en contador térmico, siendo la empresa suministradora la responsable del mantenimiento de la caldera en unas condiciones pactadas con el usuario.